Una cosa son las bebidas rehidratantes, diseñadas para recuperar sales minerales mientras hacemos deporte y otra muy distinta las llamadas bebidas energizantes que, aunque no poseen alcohol, tienen sustancias que estimulan nuestros sentidos. Acompáñanos a revisar éstas últimas.
Estas bebidas disminuyen en el consumidor la sensación de fatiga y agotamiento, además de reducir la sensación de sueño. Incluso pueden aumentar la resistencia física.
Estás bebidas energizantes están básicamente constituidas por cafeína, varias vitaminas (B1, B2 -rivoflavina que aporta además color a la bebida- y vitamina C), carbohidratos del tipo de la glucosa y sacarosa, y otras sustancias como la taurina. Una gran variedad de éstas también contienen glucuronalactona, que es un hidrato de carbono que lentamente libera su contenido azucarado, lo que hace que el efecto de mantener los carbohidratos algo más elevados, sin alterar el nivel de azúcar en sangre, perdure por más tiempo para prolongar la capacidad energética de la bebida. Este tipo de bebidas contienen también minerales como magnesio y potasio y algunos extractos de guaraná, yerba mate o ginseng.
A las bebidas energizantes no hay que confundirlas con las bebidas isotónicas que tienen agua y electrolitos utilizadas para la recuperación tras un ejercicio físico intenso, o con otro tipo de bebidas carbonatadas como gaseosas.
Estas bebidas pueden ayudarnos en situaciones muy específicas, por ejemplo, si vamos a conducir de noche, nos ayuda a estar más alerta de lo que pasa en el camino. Sin embargo, su abuso puede causar efectos secundarios como arritmia e hipertensión. El dato quizás más preocupante es que hasta un 30% de jóvenes lo consumen en combinación con alcohol.
Un estudio realizado en un hospital de Detroit concluyó que las personas que tienen enfermedades asociadas al corazón, deberían evitar el consumo de este tipo de bebidas ya que, en muchas ocasiones, pueden aumentar de forma significativa las cifras de tensión arterial además de la frecuencia cardiaca.